viernes, 26 de junio de 2009

Zerg


El Gran Experimento
Decididos a perfeccionar sus conocimientos científicos sobre la evolución protogenética, la antigua y enigmática raza conocida como los Xel´Naga viajó al distante mundo limítrofe de Aiur. Las enormes junglas de Aiur habían producido la raza más avanzada conocida por los Xel´Naga. Creyendo que podrían dirigir la evolución de esa raza hasta la cumbre de la perfección física, los Xel´Naga empezaron con sus experimentos protogenéticos. La raza que los Xel´Naga acabaría llamando "Protoss" evolucionó rápidamente y disfrutaba de lo que sus creadores llamaron "una pureza de forma".
Desgraciadamente, los Xel´Naga llevaron demasiado lejos sus experimentos. La inherente esencia y la capacidad sintiente de los Protoss se desarrolló con demasiada rapidez, produciéndose una amarga disensión y burla entre ellos y sus creadores. Los Xel´Naga llegaron a la conclusión de que la "pureza de forma" que ellos buscaban crear había sido contrariada por un problema de esencia, y de ahí que decretaran que los Protoss eran, en realidad, una creación "fallida". Los Xel´Naga abandonaron a sus hijos y estos fueron lanzados al vació.

El nacimiento de los Zerg
Tras viajar miles de años luz por el interior del ardiente núcleo de la galaxia, los Xel´Naga acabaron asentándose en el volátil mundo de cenizas de Zerus. Los Xel´Naga decidieron continuar con su Gran Experimento de evolución, sólo que esta vez ignoraron sus dogmas en cuanto a la forma física y se centraron principalmente en la búsqueda de una "pureza de esencia". Estacionados en sus enormes naves muy por encima de los fuegos de Zerus, los Xel´Naga empezaron una vez más a desafiar las artimañas del destino.
Los Xel´Naga consiguieron más éxito con su segunda empresa de lo que ellos podrían haberse imaginado, trabajando esta vez para acelerar la evolución de la forma de vida más insignificante de Zerus, una raza de insectoides en miniatura conocida como los Zerg. Gracias a las manipulaciones protogénicas de los Xel´Naga, los Zerg sobrevivieron a las continuas tormentas de fuego de su mundo y evolucionaron. A pesar de ser extremadamente pequeños, de su aspecto de orugas y de su incapacidad para manipular físicamente su entorno, los Zerg se adaptaron y sobrevivieron. Los Zerg desarrollaron la habilidad de "enterrarse" en la carne de las especies indígenas menos vulnerables de Zerus alimentándose de los nutrientes contenidos dentro de los fluidos vitales de sus anfitriones, los Zerg aprendieron a "fusionarse" parásitamente con sus criaturas anfitrionas. Y cuando fueron capaces de controlar los procesos metabólicos y anatómicos de sus anfitriones, los Zerg utilizaron sus nuevos cuerpos para manipular sus entornos.


A medida que los Zerg incorporaban a más y más criaturas anfitrionas en sus rebaños, empezaron a asimilar sus diversos procesos y cepas genéticas. La química de los Zerg empezó a mutar y a adaptarse al volumen del nuevo material genético que estaba siendo procesado. Sin embargo, a pesar de la gran variedad de criaturas anfitrionas, existía siempre un impulso innato a consumir solamente las especies más avanzadas evolutivamente con las que se encontraban. Los Zerg eran innatamente selectivos en cuanto a que especies consumir, asegurándose en cada etapa del desarrollo que ellos estaban siempre en la parte superior de la proverbial cadena alimenticia. Cualquier raza encontrada por los Zerg que no fuera considerada como válida de asimilación fue erradicada para purificar aún más la raza.
Pero pronto los Xel´Naga descubrirían algo muy alarmante. Las razas originales asimiladas por los Zerg apenas eran reconocibles después de sólo unas cuantos generaciones de su ingestión. De alguna manera, los Zerg habían desarrollado la habilidad de sobrecargar y dirigir los latentes procesos evolutivos existentes dentro de sus criaturas anfitrionas. Las criaturas anfitrionas sufrieron los efectos de grandes mutaciones físicas que hicieron que a todas las especies Zerg les crecieran púas perforadoras de blindaje, miembros afilados como cuchillas y caparazones ultra densos. Tras un sorprendente corto espacio de tiempo, las especies evolucionaron hasta parecer una sola raza terriblemente voraz.

La Supermente
Los Xel´Naga, recordando demasiado bien que sus fallos con los Protoss fueron el resultado de accionar con demasiada rapidez la capacidad sintiente de las especies en desarrollo, decidieron seguir otro camino con los florecientes Zerg. En su intento por evitar los peligros potenciales de diferentes egos, los Xel´Naga estructuraron el sentir colectivo de los Zerg dentro de una "Supermente" unificada. La Supermente se convirtió en un ser semisentiente que representaba los instintos e impulsos primarios de todas las cepas Zerg. Con el tiempo, la Supermente desarrollo los rudimentos de personalidad de un intelecto avanzado. Aunque la Supermente dirigía las acciones de todas las criaturas de la colmena, lo hacia a través del uso de agentes secundarios. La Supermente creó una nueva raza Zerg para facilitarles la comunicación directa con sus creaciones. Estos Zerg Cerebrados eran grandes versiones de los insectoides originales Zerg, y fueron diseñados para procesar y ejecutar las distintas funciones de la Supermente. Cada Cerebrado tenía un único objetivo, como por ejemplo "defender la colmena", "buscar cepas potenciales", "producir más guerreros" o "erradicar toda forma de vida". A los Cerebrados se les dio entonces la posibilidad de construir sus propios enjambres de colmenas y llevar a cabo sus supuestas agendas. Con el tiempo, estas desarrollaron personalidades que correspondían a sus impulsos primarios. Sin embargo, los Cerebrados seguían siendo genéticamente incapaces de neutralizar o ignorar las ordenes de la Supermente.


La cadena Zerg de mando se extendió a medida que nuevas razas eran incorporadas al enjambre. Los Cerebrados a su vez, empezaron a utilizar agentes secundarios a los que encargarles sus tareas. En cuanto a defensa y productividad de la Colmena, los Cerebrados utilizaron a las Reinas para asegurar aún más su control sobre los enjambres. Las Reinas supervisaban las actividades de los Zánganos a lo largo de las cadenas de recursos de la Colmena. En tiempos de guerra, los Cerebrados utilizaban a los Superamos para que transmitieran directamente sus órdenes a los múltiples guerreros del enjambre. La Supermente no solo dirigía a los guerreros Zerg a la parrilla, sino que además planeaba sus ataques contra sus enemigos. Al igual que los Cerebrados seguían a la Supermente, las Reinas y los Superamos eran incapaces de desobedecer las órdenes de sus Cerebrados. Este rígido sistema de mando llevó a los enjambres a una eficacia máxima y salvaje.
Como los enjambres seguían creciendo y fortaleciéndose, la Supermente empezó a pensar en su propio futuro, y se dio cuenta que en pocos siglos su raza había conseguido asimilar toda forma de vida indígena de Zerus. La Supermente supo entonces que para poder seguir desarrollando el enjambre. Los Zerg deberían salir de Zerus. Y así fue como empezó a explorar el espacio exterior con sus sentidos en busca de algo - de cualquier cosa que les permitiera salir de este mundo. Y esa oportunidad llegó pronto. Una forma de vida gargantuan viajera del espacio pasó por el sistema Zerus, y la Supermente la invocó.
Atraías al desolado mundo por una baliza, éstas fueron rápidamente asimiladas por el enjambre. La existencia de colmenas super-densas y la capacidad de existir en el vacío reforzó la reserva genética del enjambre. Pronto los guerreros Zerg estuvieron en condiciones de sobrevivir en el espacio.


De este importante momento en el desarrollo de los Zerg fueron testigos los Xel´Naga. Los Zerg, a pesar de su pobre aspecto físico, habían conseguido no sólo sobrevivir sino retener la pureza de sus terribles esencias. Los Xel´Naga supieron que habían conseguido su objetivo.
La caída de los Xel´Naga


El orgullo de los Xel´Naga por sus logros acabó siendo su perdición. La Supermente, mientras se expandía lentamente por el vacío del espacio, tomó conciencia de las enormes naves-mundo que se cernían amenazadoramente por los cielos de Zerus. Los Xel´Naga, a pesar de mantener a la Supermente estrechamente vigilada se quedaron horrorizados al descubrir que esta ya había roto sus enlaces psíquicos, escondiéndose efectivamente de su vista. Su necesidad de consumir y de alimentar sus crías, llevó a la Supermente a lanzar sus enjambres Zerg especiales contra los desprevenidos Xel´Naga. La antigua raza hizo todo lo que pudo por cambiar el curso del continúo ataque de los Zerg, pero al final todos sus esfuerzos fueron en vano. Oleada tras oleada de enjambres Zerg martillearon los cascos de las naves Xel´Naga hasta que estos empezaron a debilitarse. Y en solo unas cuantas horas más, los Zerg habían destruido las defensas de sus creadores y habían aniquilado a la flota Xel´Naga.


Como gran parte de la raza Xel´Naga fue consumida por el violento torbellino genético de los Zerg, la Supermente conoció los haberes y percepciones de sus maestros. La Supermente proceso a miles de seres sintientes dentro de sí, haciéndose mucho más poderosa de lo que jamás se habría imaginado. Además, descubrió el secreto de los sagrados Cristales Khaydarin, y empezó a incorporar las energías de estos cristales en sí misma. A través del profundo conocimiento de la evolución y de la fisiología protogenética conseguido a través de los Xel´Naga, la Supermente decidió incrementar el nivel sentiente en muchas de las cepas superiores de Zerg, aunque siguieran estando bajo su control.
Diseccionando las memorias de los Xel´Naga, la Supermente conoció las múltiples razas que en uno u otro momento habían entrado en contacto con esta antigua raza. Los Xel´Naga poseían una detallada historia genética de cada raza, ofreciendo a la Supermente un claro conocimiento de sus respectivas fuerzas y debilidades. Y lo que es más importante, la Supermente supo de una raza extremadamente poderosa que vivía cerca del borde de la galaxia, conocida simplemente como los Protoss. La Supermente sabía que los Protoss y Zerg acabarían participando en un inevitable y apocalíptico conflicto.
El Determinante


Los Zerg abandonaron el ardiente y estéril mundo de Zeus y sembraron el terror y la ruina en todos los planetas por los que pasaron, en su largo camino hacia el mundo de los Protoss. A medida que avanzaban lentamente por la vacía oscuridad y entre las estrellas, los Zerg tan sólo asimilaron a las razas más fuertes con las que se encontraron. El enjambre siguió creciendo, aumentando de tamaño y de potencia. Durante su avance, la Supermente enviaba sondas de espacio-profundo que exploraban por delante del enjambre, buscando nuevos mundos a saquear.


A pesar de sus innumerables victorias, la Supermente estaba muy molesta. La Supermente sabía que los Protoss se habían convertido en una raza casi psiónica, capaz de desolar y distorsionar el mismo tejido de la realidad a su antojo. Y aunque buscó una forma de contraatacar el enorme poder de los Protoss, no encontró ninguna respuesta entre las cepas genéticas que devoraba.


Al borde de la desesperación, la Supermente hizo un increíble descubrimiento. Una de sus sondas de espacio-profundo había transmitido la posición y estadísticas vitales de una raza que ocupaba una serie de mundos no descritos, justo debajo de la sombra de los Protoss.
La nueva raza, llamada Humanidad, estaba a sólo unas pocas generaciones de convirtiese en un poder psiónico radical. Pero la Supermente también sabía que la Humanidad seguía estando en sus estadios infantiles, con escasa capacidad hasta para defenderse a sí misma contra sus voraces enjambres. Aunque fuera una especie de corta vida y de aspecto frágil, la Supermente sabía que la Humanidad sería el determinante final de su victoria sobre los Protoss. Si pudiera asimilar la potencia psiónica de la Humanidad, la Supermente podría luchar contra los Protoss al mismo nivel.


Y así fue como los enjambres Zerg se pusieron lentamente en marcha hacia los florecientes mundos de la Humanidad. El viaje duró sesenta años, pero al final, el norme y extendido enjambre Zerg llegó a las fuerzas del Sector Terran de Koprulu. A través de sus exploradores, la Supermente descubrió que los Humanos moraban en una docena de mundos diferentes dentro del Sector. Sembrando la atmósfera del planeta llamado Chau Sara con las básicas colmenas de esporas, la Supermente empezó a tramar su plan maestro que le permitiría esclavizar a la Humanidad. Las esporas cayeron gradualmente a la superficie de Chau Sara y lo saturaron de mortales toxinas alienígenas.


Aunque los colonos Humanos no tenían ni idea de que los Zerg habían infestado el suelo de su mundo, los Zerg empezaron a descender en la superficie del planeta y a construir sus extrañas estructuras y colmenas. Cuando la infestación de la colonia estaba muy avanzada, la Supermente envió a sus voraces niños a los otros mundos cercanos. Insidiosos y escurridizos en sus tareas, los agentes de la Supermente pronta habían plagado los mundos coloniales de Chau Sara, Mar Sara, Brontes, y Dylar IV. Pero, desde el exterior del frío vacío del espacio, emergió una enorme flota de naves bélicas Protoss para luchar contra las invasoras fuerzas Zerg. La Supermente, ansiosa por aprender el máximo posible de los enigmáticos Protoss, permitió que estos detuvieran el plan de infestación inicial. Manteniendo a sus voraces guerreros en la bahía, la Supermente observó cómo los Protoss arrasaban la colonia de Chau Sara. Aparentemente, los Protoss eran conscientes de que las colmenas de esporas ya habían arrasado el planeta, y para evitar más plagas quemaron todo el planeta.


Acción tan decisiva agradó a la Supermente, que estaba maravillada de cómo los Protoss lo habían arrasado todo con tanto estilo y poder. Sabiendo que el conflicto venidero sería el mayor desafío de su existencia, la Supermente retiró sus fuerzas para observar cómo reaccionaban los Protoss, y la Humanidad.

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